La Historia de las Historias

“Era necesario tener coraje para aventurarse en la tentativa de volver concreto lo que siento. Como si tuviese una moneda sin saber en qué país vale”.

Clarice Lispector. La Pasión según G.H.


Buenas Historias nació como proyecto hace algunos años, un fin de semana de tormenta en la Ciudad de Mar del Plata. Como idea había nacido hacía ya demasiado tiempo, cuando empecé a ver en el silencio de ciertas fotografías, un espacio de creación.

En esos años, escribir era una forma de vivir el mundo con más apego. Encontrar las palabras adecuadas al especio de silencio en lo estático de una imagen era un deseo cada vez más intenso. Nicolás Poliansky fue el culpable de que yo me animara a ponerle nombre a las palabras y de sus enseñanzas, que no fueron pocas, quedaron dos que son, aún hoy, el comienzo de cada historia.

  1. “El sentido del texto no está en las palabras, sino en el espacio de silencio entre ellas.” Probablemente no lo haya dicho exactamente así y tal vez ni lo dijo, pero es importante.
  2. “Tu piel, mi casa.” Se lo recitó a su mujer el día del casamiento. Estábamos todos muy borrachos y muy contentos por él, pero ninguno dejó de sonreír. Uno dice lo que siente, o no dice nada.

Con el paso del tiempo, Buenas Historias fue cambiando de nombre y de color. Supo ser un lugar de opinión donde expresar ideas que hoy suenan a poco. Quiso ser el espacio donde mostrar la poesía que nunca me animé a publicar. Pasó por etapas de narrativa donde hasta llegué a pensar en publicar capitulada una novela corta que escribí en aquellos años de taller.

Hoy, con el deseo intacto de encontrar el sentido de algunos silencios y con la certeza de no tener nada interesante que opinar sobre tema alguno, Buenas Historias es el espacio donde escribo lo que siento.