Cruz y la crítica del arte

Definición del arte

Portinari no está —decía Portinari. Por un instante asomaba la nariz, daba un portazo y desaparecía.
Eran los años treinta, años de cacería de rojos en Brasil, y Portinari se había exiliado en Montevideo.
Iván Krnald no era de esos años, ni de ese lugar; pero mucho después, él se asomó por los agujeritos de la cortina del tiempo y me contó lo que vio:
Cándido Portinari pintaba de la mañana a la noche, y de noche también.
– Portinari no está decía. En aquel entonces, los intelectuales comunistas del Uruguay iban a tomar posición ante el realismo socialista y pedían la opinión del prestigioso camarada.
– Sabemos que usted no está, maestro— le dijeron, y le suplicaron:
– Pero, no nos permitiría un momento? Un momentito.
Y le plantearon el asunto.
– Yo no sé— dijo Portinari.
Y dijo:
– Lo único que yo sé, es esto: el arte es arte, o es mierda. 

Eduardo Galeano, El libro de los abrazos


Cruz se ríe de todo, incluso de sus obras. Cuando le hacen preguntas serias, responde pavadas porque sabe que nadie que pregunta con esa seriedad busca respuesta alguna. Las preguntas sin humildad son críticas y las críticas al arte son, como mínimo, sospechosas.

Cruz anda siempre dando vueltas por su museo, se camufla entre los visitantes y nadie sabe que ese grandote vestido sin muchas ganas es el creador de todo lo que existe ahí adentro.

Una tarde Cruz paseaba por una de las salas del museo y encontró una señora que miraba una de sus obras con cierto menosprecio. Se detuvo a ver el mismo cuadro y debe haber hecho alguna mueca de disgusto porque la señora lo miró como quien busca amigos.

– Vaya uno a saber qué quiso decir con esta porquería, no? empezó Cruz.

– Imposible saberlo, no se entiende nada, dijo la señora.

Y así siguieron criticando ese cuadro y otros tantos en el corto recorrido de la señora. Cuando le preguntó a Cruz si trabajaba en el museo, Cruz le dijo que era de mantenimiento y hasta le dejó entender que le pagaban poco.

No siempre es posible mostrarle a los demás cómo vemos las cosas. No siempre los demás están dispuestos a escuchar otra versión de la realidad. No siempre quieren o no siempre pueden. Y tal vez, a fin de cuentas, nuestra versión de la realidad es poco interesante para alguien fuera de nosotros. Aceptar que nuestras ideas pueden sólo ser buenas para nosotros mismos o no ser buenas en absoluto es uno de los desafíos más interesantes en el camino de la humildad. El conocimiento nos llega cuando estamos preparados para recibirlo, igual que las personas, la amistad, el amor y supongo que todo lo que existe.

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