Los colores de la tarde

Atardecer en Galápagos

Amaneció tan lento que ya casi era de noche cuando le dijo que la quería. Estaba todo detenido. No había nada fuera de lugar y todavía ella pensó que si no respiraba él quizá fuera cierto. Los dos entendieron sin que ninguno dijera palabras que no hacían falta y hubiera sido hermoso que alguien suspirara por ambos. Pero tampoco había motivos para nada que no fuera mirarse y disfrutar.